Prendía el sol y los comerciantes acomodaban uno a uno sus sombreros de Paja Toquilla para la venta. Había de todos los tamaños, gustos y colores.
Alrededor de las 9 de la mañana arribaron los primeros turistas, con sus pantalones cortos y cámaras fotográficas descendían de los buses dispuestos a apreciar el arte Montecristense.
Con asombro los extranjeros observaban cómo los artesanos entrelazaban con sus dedos la Paja Toquilla, es algo que nunca habían visto y no olvidarán.
De un puesto a otro paseaban, los visitantes admirando cada sombrero mientras los vendedores brindaban su mejor sonrisa y demostraban sus dotes en el inglés, porque, como dice el artesano Ángel Barcia, "el comerciante de Montecristi es así, talentoso y humilde, inigualable"
Daysi Pesantes nos cuenta que lleva más de 20 años dedicándose a la venta de estas artesanías, además, nos relata que ha realizado un par de cursos gratuitos de inglés para comunicarse con mayor facilidad con los turistas extranjeros.
Jonathan Saavedra, guía turístico, define que "la amabilidad y la perseverancia son los mejores dotes del comerciante Montecristense y es esto lo que lo hace único y maravilloso".